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    • Crónica del Capitán Barba Calva en el Puerto del Imperio ¡Ah del barco, camaradas! Hoy les traigo una de esas historias que el ron hace más dulces y la brisa del mar más nostálgicas. Corrían tiempos de aguas calmas y cielos despejados cuando el Capitán Barba Calva echó anclas en un rincón legendario del mapa conocido por los lobos de mar como el Imperio. A simple vista, era un puerto distinto: elegante, bien cuidado, con camarotes dignos de un almirante, camas mullidas como nubes del trópico y duchas calientes que curaban hasta las heridas del alma. Un lugar más cercano a un spa de lujo que a un burdel de puerto. Pero lo que realmente marcaba el destino… eran las sirenas que allí habitaban. Brenda, la emperatriz del Mar Negro Ah, Brenda... delgada como un sable, con melena azabache que ondeaba como bandera pirata al viento. Sus ojos eran faros en la tormenta, y sus labios, trampas de miel. Tenía un par de cofres del tesoro recién bendecidos por el bisturí del brujo cirujano, y en mis primeras incursiones apenas se podían tocar. Pero con el tiempo y el regreso constante del capitán, la confianza floreció como flor en primavera, y pude explorar con más cuidado y deleite. ¡Qué arte el suyo! Sabía excitar como sólo las sirenas saben hacerlo: besos al cuello, caricias estratégicas y susurros que encendían el fuego de cualquier navegante. Se dejaba llevar por la marea, y en cada encuentro, Brenda se convirtió en mi favorita del puerto. Una joya, sin duda. Dulce, la Hechicera Tatuada Una rubia de tintes dorados, alta como mástil de galeón y cubierta de tatuajes que contaban sus propias leyendas. Dulce era fuego puro: ardiente, expresiva, complaciente. Su goce se sentía tan auténtico como una canción de taberna en noche de luna llena. Jugaba con los espejos como si fuese su amante, admirando cada movimiento como si se tratara de un arte. No ponía reparos, seguía el ritmo del mar y dejaba que uno se hundiera en sus tormentas. Andrea, la Sonrisa del Alba Flaquita como botín escaso pero valioso, Andrea me sorprendió. Fue solo un abordaje, pero qué abordaje, camaradas. Su desempeño era de una pasión vibrante, sin reservas. Si el destino me lleva de nuevo a ese puerto, no dudaría en buscarla entre las velas y los pasillos. Y para la Nostalgia... Barbie, la Sirena Perdida Ah... Barbie. Muchos dicen que ya no navega en estos mares, que se retiró a tierras lejanas. Pero yo la conocí cuando aún surcaba las aguas del viejo Tao, antes de su gloriosa llegada al Imperio. Era un ángel disfrazado de tentación. Sus habilidades eran dignas de una cortesana real y su dulzura, digna de leyenda. Un tesoro raro, de esos que uno solo encuentra una vez por vida... y que quizás, con algo de suerte, vuelva a cruzarse en el camino. Así fue mi travesía, camaradas. Un puerto de placer, aventura y recuerdos que aún me acompañan en cada sorbo de ron. Si alguna vez el viento os lleva al Imperio, id con respeto y deseo, porque esos mares están llenos de magia. ¡Buena mar y tesoros escondidos les desea el Capitán Barba Calva! 🏴‍☠️⚓
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