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Ella se recostó sobre la cama, abrió sus piernas y humedeciendo sus dedos índice y medio con su boca empezó a frotar su clítoris muy suave y despacio y con la otra mano acariciaba sus tetas y muy lentamente empezó a meter su dedo medio dentro de su vagina, lo que me hizo enloquecer más. No sé si a ustedes les habrá pasado, pero hay empleadas domésticas que sólo inspiran sexo cochino y salvaje. Pues bien eso es lo que me pasó con Mary una mujer de 28 años, la empleada doméstica que me recomendaron para asear mi apartamento. Un día Mary llegó con un pantalón muy apretado y descaderado, se podía ver muy bien su pancito por encima de él y su cola abundante y rica. Ese día salí yo hacía mi consultorio con mi pene erecto, tan así que me tocó colocarme el maletín sobre él para taparme y que ella no me viera en ese estado. Ese día sólo podía pensar en ella, en lo rico de su cuca, en lo bueno que sería nalguear esa cola y en cómo sería de lindo comérmela. Los días pasaron y Mary llegaba con ropa más sexy a mi apartamento, podía sentir que ella lo hacía para provocarme, pues creería que por su cabecita también pasaba la de idea de hacerle el amor a su patrón. Un día cancelé todos mis pacientes y decidí quedarme en mi apartamento, Mary como siempre muy puntual a las 7:00 am llegó, esta vez venía con una minifalda de blue jean una blusita negra con un escote que dejaba insinuar sus tetas y unas sandalias que dejaban ver sus tiernos pies y sus uñas pintadas de rojo como a mí me gusta. Ella sorprendida al verme me dijo: -Dr. Por qué no fuiste a trabajar. A lo que yo respondí: -Me siento muy cansado, no soporto mi cuello y mi espalda, creo que necesito un masaje. Ella inmediatamente viendo lo de mi estrés me dijo: -Dr. Yo sé hacer masajes, si quieres te hago uno ya con aceite. Y yo que no era tan rogado y sabiendo en lo que iba a desencadenar dicho masaje le dije: -Bueno me parece muy bien. Lo que Mary no sabía era que yo le tenía una sorpresa para el masaje, me desnudé todo y me puse boca abajo en mi cama. Cuando Mary llegó y vio a su patrón desnudo dijo: -Dr. Waooo jamás imaginé que me ibas a esperar así. Yo le dije: -¿te gusta? Y ella me dijo: -No sólo me gusta sino que también me encanta. Cuando ella me dijo esto comprobé que también deseaba estar conmigo y que también había humedecido su cuquita de sólo pensar en mí. Ella luego dijo: -Dr. No es justo que yo esté con ropa. Dicho esto empezó a desnudarse. Primero se quito la blusa y quedó en sostenes, eran negros como su blusa, se podía observar sus lindas tetas, grandes, redonditas, posteriormente se quito su sostén, pero antes de dejar ver sus senos se dio vuelta y pude ver sus espalda y a nivel de coxis tenía un tatuaje que la hacía ver más deliciosa y provocativa. Yo le pedí que me dejara desatar la correa de sus sandalias, ella puso su pie derecho sobre mi cama y cómo estaba en minifalda pude ver su cuquita cubierta por una tanga negra. Eso inmediatamente me lo hizo parar y a medida que desataba sus sandalias con una mano, con la otra acariciaba sus piernas, largas y delicadas. Le di un beso en su pie y al desatarle la otra sandalia le besé su otro pie. Ella se retiró un poco para acabarse de desnudar, su minifalda tenía cierre atrás y me dijo: -Dr. Me baja la cremallera. A lo cual le dije que sí, pero al ver que mandé mis manos a su cola, ella las tomó y juntas sus manos y las mías acariciamos esa deliciosa cola. Le bajé el cierre y ella en mi cara se bajó la minifalda y me dejó ese culote en mi cara, tenía una tanga tan deliciosa que se metía por dentro de su culo y realzaba esas nalgas abundantes, y no contenta con eso empezó a moverse tan rico que hizo que me calentará más. En ese momento sólo se me ocurrió decirle: -Mary quiero quitarte esas tangas con mis dientes. Ella me dijo: -Si Dr. Pero hazlo bien despacio. Ella se volteó y me puso esa cuca en mi cara, pero antes de quitarle esas tangas negras y sabrosas, le di un beso en su vagina, lo cual hizo que soltara un suspiro y me dijera: -Dr. Eso estuvo muy rico. Yo saqué mi instinto animal y como cuando un león atrapa a su presa que antes de comérsela la lame, yo empecé por encima de su tanga a pasarle mi lengua bien por toda su rajita hasta hacerla mojar. Luego con mis dientes le quité su tanga muy despacio hasta dejarla igual a mí, desnuda y con su cuquita al aire. Esa vaginita estaba totalmente afeitada, sin un pelito y en su rajita una babita rica que me indicaba que estaba para mojar pan. Yo la abracé por la cintura y la halé hacia mí, los dos desnudos en mi cama yo abajo y ella encima de mí, la mire a los ojos y le acaricié sus nalgas y mientras hacía eso le dije. -Mary, desde el primer día que llegaste a este apartamento me traes loco, siempre me he soñado haciéndolo contigo, acariciándote, besándote y haciéndote el amor bien rico. Ella me empezó a besar muy apasionadamente y a medida que lo hacía frotaba su vagina sobre mi pene, y luego de oír lo que le conté, me dijo: -Dr. Quiero que sepas que las veces que usted se iba para el trabajo y yo lo veía, se me antojaba hacerlo contigo lo cual hacía que me masturbara y siempre lo hice aquí en su cama desnuda. Al oír estas palabras de Mary sólo provocó en mí una pasión y un deseo por ella que en instantes me la iba a devorar y no iba a dejar nada de ella. Ella me dijo: -Quieres ver cómo me masturbaba pensado en ti. Y yo le dije: -Hazlo. Ella se recostó sobre la cama, abrió sus piernas y humedeciendo sus dedos índice y medio con su boca empezó a frotar su clítoris muy suave y despacio y con la otra mano acariciaba sus tetas y muy lentamente empezó a meter su dedo medio dentro de su vagina, lo que me hizo enloquecer más. Ella me dijo: -Te gusta mi Dr. Te gusta mi hombre guapo. Y yo al ver a esa mujer ahí masturbándose para mí, hizo que la empezará a atacar. Me dirigí a su vagina y se la empecé a lamer con mi lengua, era una mezcla de mi saliva con sus jugos vaginales, pasaba lentamente mi lengua bien por toda su rajita, lo que le producía gran placer y la hacía estremecer. Ella tomándome por la cabeza me decía: -Mi Dr. No pares sigue así. Y gemía de placer. Luego con la punta de mi lengua acaricié su clítoris, lo tenía rojito y durito y cada lengüetazo era una estremecida para ella, hasta que soltó un gran grito y logré que se me viniera en la boca. Ella se levantó con furia me empujó hacia la cama se me montó encima y empezó a masturbarme con sus manos y a besarme al mismo tiempo. Ella me dijo: -Doc. Que pene tan grande tienes y que rico se te ve paradito. A lo cual yo le dije: -Ese pene es el que ha esperado tanto por ti y quiere estar dentro de ti. Ella empezó a besarme el pecho, luego bajó a mi ombligo y finalmente llegó a mi pene el cual acaricio, besó y empezó a chupar y mientras me lo chupaba me miraba a los ojos y se reía con él dentro de su boca. Luego de hacerme una excelente felación ella se montó encima de mí, tomó mi pene y lo metió dentro de cuquita rica, húmeda y calientica y empezó a moverse de tal forma que me hacía enloquecer más y más. Yo le acariciaba las tetas y se las besaba al mismo tiempo mientras ella seguía cabalgando encima de mí. Mientras hacía el amor de esta manera ella me decía: -Mi Doc. Te gusta cómo me le estoy comiendo tu pene. Y se echó para atrás para que yo pudiera ver cómo mi pene estaba dentro de su vagina y aun así se seguía moviendo para que yo viera cómo son sus labios mayores se tragaba mi pene. Ella parecía feliz como niña estrenando juguete. Luego la tomé me senté y ella al frente de mí en un borde de la cama, seguía moviéndose y haciéndole estragos a mi pene. Yo me paré con ella y cargándola la penetré, con mis manos la tomaba de sus piernas y ella con las suyas me tomaba por el cuello lo cual hacía que ella se moviera más rico así cómo estábamos yo parado y cargándola y ella moviéndose encima de mí. La bajé hacía la cama, la acosté abrí sus piernas y la penetré, ahora era yo quien llevaba el control, primero la penetré suave y luego más fuerte y duro, lo cual hacía que se le movieran esas tetas para arriba y para abajo al ritmo de mis penetraciones. En esa posición y con mi pene adentro, cerré sus piernas se las llevé casi hasta sus hombros y la seguía penetrando de tal manera que ella me dijo: -Que rico mi Doc. Que rico sigue así, así mi Doc. No pares, no pares por favor. Esa suplica de que me la comiera así me lo decía con una voz de placer y gozo y sabía que tenía ante mí esa empleada doméstica que un día llegó a mi apartamento con ese pantalón apretado que dejaba ver su pancito rico. Luego, la puse en cuatro, la penetré y podía ver ese tatuaje que se le veía tan sexy ahí en su coxis. Mis penetraciones eran tan fuertes que yo le dije: -Mary tu tatuaje me enloquece. A lo que ella me dijo: -Derrama tu rica leche sobre él y adórnamelo. Eso me excito aun más y sintiendo que ya me iba a venir, saqué mi pene de su cuca y colocándolo en su coxis, le derrame mi leche sobre ese tatuaje a medida que estallaba en un orgasmo mientras salía mi semen y ella gemía igual que yo al sentir mi leche caliente sobre su cuerpo. Quedé satisfecho y Mary sí que lo estaba. Luego nos acostamos así desnudos y ella recostando su cabeza sobre mi pecho se quedó dormida como una niña.