Hola, chiquis. Relataré un episodio breve, pero caliente. Hace muchos años yo daba clases en una institución religiosa de formación superior. Allí trabajaba una secretaria con cara triste y melancólica. Su marido, antiguo funcionario de Copaco, era alcohólico y la maltrataba. Pues bien, no pasó mucho tiempo para que nos encontráramos entrelazados en algún motel de Mariano Roque Alonso (con la secretaria, por supuesto). Una vez fui a tomar examen. Ya era noviembre, pocos alumnos en el predio. Ella me condujo a una de las aulas que quedaba al fondo, cerca de las casas de los curas. Me lamió la pija como nadie, con el esmero y la dedicación de una santa. Cada tanto volvemos a conversar y nos reímos juntos recordando aquellos días de locura.