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Con las botas puestas (relato)


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Acá va mi primer relato, no se por qué o hice, pero creo que es porque estaba recordando y me di cuenta de que me acuerdo de memoria esa noche y fue algo muy fuerte.

Un sábado nos encontramos en un bar. Hacía mucho tiempo que nos conocíamos, pero nunca había pasado nada. Estaba realmente preciosa y excitante. Una cara hermosa y alegre y muy bien vestida; llevaba una camisa bien ajustada sin nada abajo, una falda a la rodilla, unas medias que me hacían imaginar como terminaban más arriba, y unas botas negras debajo de la rodilla con unos tacos bien finos. Yo estaba muy sencillo, pero creo que también le resulté atractivo.

Con un poco de coraje nos empezamos a decir cosas subidas de tono y ninguno de los dos aflojaba. Hasta que finalizamos diciéndonos lo mucho que nos atraíamos sexualmente y como deberíamos estar gastando el tiempo en una cama. Los dos estábamos con más gente por lo que no nos podíamos escapar solos. Por esto le prometí que si el lunes venía a mi casa vestida como estaba, o en forma similar, le honraría tanta belleza y sensualidad. Ella dijo que ella haría lo mismo conmigo.

El lunes por la noche me preparé, pero sólo un poco dado que no esperaba que viniese. Pensé que lo que nos habíamos dicho el sábado por la noche era sólo una patoteada y que la deberíamos continuar en una situación similar. De todos modos cumplí mi parte y me vestí de manera similar al sábado, un jean bastante marcado sin nada abajo, y una remera bastante ajustada. Para comodidad me encontraba descalzo.

Para mi sorpresa cerca de las 22:00 llegó ella. Estaba tan hermosa como el sábado. La situación parecía prometedora. Se notaban sus pezones duros bajo la camisa. Le hice pasar. La música sonaba de fondo. Ella dejó su cartera sobre a mesa, apagó su celular. Segundos después ocurría la primer sorpresa de la noche; a mí me pareció cortés ofrecerle algo para tomar, o hacer algo como mirar un DVDella me dijo: yo vine por lo prometido, y a cumplir mi promesa y me tomó en sus brazos y me dio un beso bien caliente. Le respondí tomándola yo también y apoyándola contra la pared que tenía tras de ella. Nuestras bocas y nuestras manos estaban fuera de control. Nos explorábamos por completo. La tomé por la cintura y la di vuelta poniéndola de cara contra la pared y le hice sentir mi miembro totalmente duro apoyado sobre su cola. Liberó un profundo suspiro. Mientras le besaba con mucho cariño el cuello, ella respondía ahora apoyando ella su cola sobre mi miembro con mucha fuerza y con un movimiento perfectamente sincrónico. Ambos jadeábamos con mucha fuerza, ni una sola palabra. Separé un poco sus pechos de la pared y comencé a tocarlos suavemente con mis manos. Sí aflojaba mi cabeza, era capaz de acabar en ese momento. La temperatura estaba elevada por ambos lados.

Se dio vuelta, me tomó con fuerza y me apoyó de espaldas contra la pared. Comenzó a besarme y, mirándome a los ojos, puso su mano en mi entrepierna por encima del jean y me frotó suavemente. Luego comenzó a pasarme la mano por debajo de la remera, por mi abdomen y subiendo al pecho, para finalmente sacármela. Con sus labios calientes y húmedos bajó hacia mi pecho y comenzó a besarme las tetillas. Nunca me habían realizado eso. La sensación estaba más allá del placer, las piernas se me aflojaban. Me sentía al borde de un orgasmo, pero sin ninguna sensación de eyacular.

Con un movimiento bastante ágil, me desabrochó el jean y se agachó metiéndose mi miembro en su boca. Muy profundo, podía sentir su boca húmeda y caliente y su garganta. Las sensaciones ya eran demasiado para mí. Me resultaba una situación incontrolable. Tenía la sensación de haber acabado más de una vez y todavía no había eyaculado. La miré y me di cuenta que tenía una de sus manos dentro de la pollera. Es hermosa, estaba hermosa ese día, vestida muy sensualmente, y por sobre todo estaba en llamas. La levanté tomándola por la cabeza y le dije que paremos un rato porque sino iba a acabar ya mismo. Me miró, se sonrió, se puso nuevamente en cuclillas sobre sus botas de taco, me tomó de los glúteos con ambas manos y nuevamente se tragó por completo mi miembro. Sentí que me iba, la tomé por los pelos en la base de la nuca y comencé a mover la pelvis. Tuve el orgasmo más intenso que había experimentado. Eyaculé una cantidad enorme de semen, mis piernas se aflojaron deslizándome contra la pared quedando casi en cuclillas y todavía estaba dentro de ella.

Comenzó a masturbarme y besarme las tetillas nuevamente, pero la detuve. ahora me toca a mi darte cariño le dije. Yo estaba semidesnudo (sólo con mi jean desabrochado) y ella todavía estaba vestida. Mientras se levantaba y sin soltar mi miembro me miró y me dijo es lo más ancho que vi en mi vida siempre estás sin nada bajo el pantalón? Me excita mucho. A mi también me excita, por eso cada vez que puedo estoy así. Cuando quieras me podés imaginar de esta manera le respondí.

Le indiqué el camino a la cama. Parados enfrente de esta, le saqué la camisa que tenía prisionero a los pechos que querían escapar. Tomándola con ambas manos por las axilas, comencé a lamer sus pezones. Muy lento. Estaban muy duros. Sus gemidos surgieron de a poco hasta que gemía y se movía en forma muy pronunciada acariciando mi cabeza. Con mis manos le saqué su pollera y quedó sólo con sus botas de taco y una tanga que era un hilo. Esto me daba ganas de penetrarla en ese mismo momento, pero aun faltaba jugar un rato. Al momento habíamos cruzado pocas palabras. Me calentás mucho, así como estás te cojería por horas. Tengo que hacer honor a tanta belleza le dije al oído. No sabés todo lo que te voy a hacer me dijo. Me sacó el pantalón dejándome desnudo y jugó un rato conmigo. La senté sobre el borde de la cama y la recosté hacia atrás. Me senté en el piso, le corrí su tanga y comencé a lamer su sexo. El olor era hermoso. Estaba muy caliente y muy húmedo. Su clítoris estaba muy duro. Sus gemidos ya eran escandalosos. Se movía de una manera muy sensual. Estuvimos largo rato, hasta que me pidió por favor que la penetrara. Se acomodó en la cama y yo me puse encima. En la pose del misionero le pasé los brazos por debajo de su cuerpo y la penetré abrazándola. Los dos gemíamos demasiado y ella aun más que yo. Nos movíamos acompasados y nos decíamos barbaridades al oído. La excitación era demasiada pero hacía intentos de concentrarme para no acabar, hasta que me tomó con ambas manos por los glúteos, esto me excito demasiado y terminé por acabar en forma bastante rápida y aun mejor que la primera vez. Le pedí perdón. Ella aun estaba muy excitada y mi erección no descendió. Mi intención era seguir hasta no poder más. Como estábamos seguimos. Yo estaba volviendo a la excitación, pero ella seguía intacta hasta que acabó. Nunca vi a una persona en ese estado. No tenía control sobre su cuerpo, ni sobre su respiración. Me clavó las uñas en la espalda, lo cual era como un premio. Gemía y me besaba y mordía el cuello y me dijo no pares por favor. A ese momento ya había vuelto a mi excitación.

La di vuelta y la puse en cuatro. Le di una palmada y ella ya estaba moviéndose como si la estuviese penetrando. La tomé por la cadera y la penetré. Nuevamente estábamos ambos gimiendo y moviéndonos al compás. Me di cuenta que ella aun tenia sus botas puestas. La vista era preciosa. Noté que su ano estaba dilatado así que jugué un rato con mis dedos. Luego de un rato en esta posición la tomé por el pelo y le levanté el torso. Quedamos ambos arrodillados en la cama, con una penetración por detrás. Esta pose es algo incomoda para la penetración, pero es muy excitante. Acariciaba sus pechos y le besaba el cuello. Sin retirar mi miembro nos recostamos suavemente quedando ella acostada boca abajo y yo encima de ella. La penetración era bien profunda y ella estimulaba su clítoris. La excitación ya era demasiada. Y ambos nos movíamos desenfrenadamente, ella estaba totalmente apresada debajo mío pero de todos modos se movía en busca de una mayor penetración. Nos íbamos juntos. Ambos jadeábamos mucho, ella pedía por favor que pare ya que no podía respirar. Yo seguí hasta el final. Acabamos juntos, nunca había gritado en esa manera. Me sentía sin control de mi ser, y a ella la sentía de la misma manera. Nos quedamos en la misma pose moviéndonos con el resto de energía que quedaba. Ella seguía dentro del orgasmo, gimiendo suave y moviéndose con más ganas que yo. A mi se me fue yendo la erección a los minutos y terminamos frente a frente besándonos y acariciándonos para no apagar el fuego. La noche recién comenzaba.

Es hermosa, sus pechos son firmes y de buen tamaño. Su cola es bien formada. Es bien delgada. Además de eso estaba bien mimosa, realizando un recorrido con mi vista podía ver como con sus manos nos estimulaba a ambos. Su cuerpo lo mantenía muy cerca del mío, y me percaté que aun tenía puesta sus botas y las medias. Me propuse sacárselas, pero me dijo Dejalas, se lo mucho que esto le gusta a los hombres, y creo que a vos también. Continuaba estimulándome con su mano, me masturbaba. Mi miembro todavía estaba flácido y yo cometía el error de pensar mucho en querer tenerlo duro nuevamente. Obviamente mis deseos no se cumplían y eso es contraproducente. Ella muy inteligentemente comenzó primero por hablar de lo loco que era lo que estábamos haciendo, y después de sus fantasías y de las mías. Cuando estábamos hablando de las fantasías me di cuenta que tenía nuevamente una perfecta erección.

Pensé que ella ya me había dado demasiado y me propuse servirla. Bajé a su sexo y comencé a besarlo, ella nunca soltó el mío así que terminamos realizando un 69. No estaba dispuesta a que la sirva, quería intercambiar uno por uno los placeres. La pose estaba bastante desprolija hasta que nos acomodamos bien, ella boca arriba y yo en cuatro sobre ella. Rápidamente ya estábamos en el mismo nivel de libido que teníamos 20 minutos atrás. Nuevamente me superó con su nivel de excitación, yo venía un poco más lento. Gozaba mucho, no se bien cual de las dos cosas la excitaban más, si mi sexo oral o poseer mi miembro duro en su boca, creo que un poco ambas. Los dos jugábamos con nuestras lenguas, pero ella me tomó por la cintura y me guió en un movimiento tal como si la estuviese penetrando por su sexo. Evidentemente le gustaba y manejaba bien la garganta profunda. A mi ya me había hecho perder la respiración y me resultaba difícil practicarle sexo oral. Utilicé mis dedos, además probé su ano y estaba aun más dilatado que antes, por lo que me propuse jugar un rato. Ella volvió a lamer mi sexo y también comenzó a jugar con mi ano.

Ya me encontraba en la situación que me gusta. Después de acabar por primera vez, y descansar un rato, al volver no debo concentrarme en bajar mi excitación y me puedo liberar al placer. Además el goce y los orgasmos son más prolongados y sostenidos. Repasamos por largo rato la última pose, la coloqué boca abajo. Con una de mis manos trabé las suyas y con mis piernas trabé sus piernas. La penetré profundamente, su sexo estaba tan caliente y húmedo como la última vez. Estaba a mi completa merced, no se podía resistir, no podía escapar y difícilmente podía moverse. Esto creo que la enloqueció y tuvo un orgasmo inmenso. Quería escapar, quería moverse, quería respirar, quería que parara, no resistía más. No me detuve en ningún momento y ella tuvo un orgasmo de varios minutos. Una de sus manos se me zafó y me dio varias nalgadas bien fuertes y me clavó sus uñas. Me tomó por la nuca y con fuerza bajó mi cabeza colocando su boca e mi oído no pares por favor, cojeme.

La pose ya se estaba volviendo monótona, llevábamos más de media hora. Me retiré para descansar un rato antes de continuar con alguna variación. No tuve en cuenta que esto no estaba en sus planes, me comenzó a lamer mis tetillas. Ya había descubierto dos puntos débiles, mis tetillas y tomarme por los glúteos. Me dio un beso, hacía mucho que no nos besábamos, y mientras me besaba se sentó sobre mi. Se introdujo mi miembro dentro de su sexo e intercambiamos dos suspiros de boca a boca. Todavía no nos movíamos, no se por qué pero me excita demasiado. Dejó de besarme, irguió su torso. La vista era increíble. Me miró fijamente a los ojos y comenzó a moverse lentamente. Tuve que controlar mi excitación, casi eyaculo. Mientras le acariciaba sus pechos, se movió de una manera muy sensual por mucho tiempo. Con una de sus manos estimulaba su clítoris. Gemía mucho, creo que estaba dentro de un orgasmo desde hace ya mucho tiempo. Yo estaba muy excitado, pero podía estar por mucho tiempo más. Volvió a inclinar su torso hacía adelante, apoyo su pecho en el mío y llevó sus rodillas hacia atrás estirando sus piernas. Ella se tomaba del respaldar de la cama, yo de sus glúteos. Nos veníamos, ya nos movíamos de una forma descontrolada, incluso con posibles perjuicios hacia nuestros físicos. Ella comenzó a acabar antes que yo. No se por que, pero estábamos silenciosos. De todos modos nuestros orgasmos se sentían en nuestros cuerpos que se estremecían y en la cama que rechinaba con toda fuerza en el silencio. Luego del orgasmo nos quedamos casi quietos de la misma forma en que estábamos. Sólo ella movía un poco su pelvis y frotaba sus pechos con los míos, pero con una forma de movimiento residual. Aun nos basábamos desesperadamente. Yo sentí que ya habíamos hecho todo, creo que ella también. Nos quedamos en la misma pose, yo esperaba dormirme.

No pude dormirme, y después de un buen rato me levanté a servir unas copas de vino, ella vino tras de mi unos minutos más tarde. Estábamos parados desnudos en el living, ella con sus medias y botas. Nos dimos unos besos, pero eran algo que se acercaba más al romanticismo que al libido. Mis piernas estaban muy débiles, me senté y ella se sentó en mi regazo.

Los cursos de la facultad del martes ya estaban suspendidos por parte nuestra.

Los besos ya se hacían más intensos, ella ya volvía a mostrar la excitación que mantuvo toda la noche. Yo me encontraba nuevamente excitado, pero tenía la sensación de que no iba a tener una nueva erección en un par de días. Los testículos me dolían bastante. Comenzó a manosear mi sexo pero no había respuesta. Nuevamente estuvo muy inteligente y charlamos largo rato entre beso y beso acera de nuestras fantasías y acerca de lo que nos gustaba hacer en la cama. Tomé nota mental de muchas de sus palabras, algunos de sus deseos los iba a cumplir antes de que terminé el encuentro y algunas de sus fantasías con juguetes las podíamos cumplir en ese momento. De una relación anterior tenía varios juguetes y accesorios en el cajón de la mesa de luz, pero me daba un poco de pudor sacarlos.

Nuevamente sin darme cuenta a los pocos minutos de charlar mi miembro estaba completamente duro entre sus manos. Estaba en mi regazo con ambas piernas a un lado, cruzó una de las piernas y quedó sentada sobre mí frente a frente. Se elevó un poco y se introdujo el miembro dentro de su sexo. Sin quererlo ya estábamos de nuevo en la carrera, el sol ya quería comenzar a asomar. Yo no podía gemir más, pero ya empecé a gemir pero por el esfuerzo. Ella me acompañaba, no me dejaba solo. Esa pose me gusta mucho, pero mis sillas son bastante incómodas para este fin. Me propuse cambiar y tal cual como estábamos la tomé por sus glúteos y me paré. Las piernas no resistían demasiado así que me ayudé apoyando su espalda contra la pared. Nos mantuvimos un tiempo, muchos jadeos, pero debí parar y bajarla. Lo medité unos segundos y me decidí a cumplirle un par de fantasías bastante sencillas. Saqué dos o tres cosas, mostró una sonrisa. La llevé al baño y la puse de frente al espejo. Tomé el collar de cuero negro bien ancho y con una espoleta. Se lo puse, es algo instantáneo como los pezones se endurecen. Tomé el aceite y se lo pasé por todo el cuerpo y ella me lo pasaba a mí. La excitación sube a cada instante y nos mirábamos a los ojos a través del espejo. Fui a buscar las esposas y la esposé por delante, a la vez le trabé las esposas en la espoleta del collar. Estaba enloquecida, se notaba la necesidad de ser penetrada. La llevé a la mesa y le acosté su torso boca a bajo sobre la mesa y la penetré profundamente por detrás. Luego de varios minutos yo ya me sentía cerca del orgasmo, pero ella estaba muy excitada y llegó antes que yo, y de que manera!! Le liberé las manos y ella me esposó a mí por la espalda y me masturbó hasta hacerme acabar en sus pechos.

Más no se podía pedir a la noche, yo aun le tenía preparado un postre, pero ya estaba todo terminado. Afuera había claridad. Fuimos a la pieza adonde estaban nuestras ropas. Levanté su tanga y se la puse. Ella hizo lo mismo con mi pantalón y yo con su pollera. Volvimos a hablar nuevamente, nos intercambiamos elogios a nuestras partes íntimas y a la forma en que estábamos vestidos. Le coloqué su camisa, estaba hermosa. Desmejorada físicamente, pero con una sonrisa. Yo, igual. Fuimos al living cerca de la puerta para hacer la despedida, nos dimos unos cuantos besos y me decidí a hacerle un regalo. Cumplir una de las cosas que ella me había dicho que le gustaría que le hagan. La sola idea ya me había producido una buena erección, esta era muy necesaria. Mientras nos besábamos, la tomé de la cola de caballo de su pelo y con un movimiento decidido la hice arrodillarse frente a mi sexo. Desabroche mi pantalón, tomé mi miembro con la otra mano y se lo introduje en su boca bien profundo. Ella siempre había deseado eso. Aprovechando su garganta profunda la penetré por varios minutos tomándola por su cola de caballo. Ella estaba muy excitada, era sorprendente como se había mantenido toda la noche. Ya hacía un tiempo que se había sacado uno de sus pechos de la camisa y se lo estaba frotando con una mano, la otra obviamente estaba dentro de su pollera. Le solté el cabello, pero ella seguía devorándose mi miembro con una voracidad pavorosa. Poco a poco me fue sacando de la insensibilidad en la que estaba, mi miembro volvió a sentir a su lengua con una claridad perfecta. Estaba en cuclillas, se dejó caer sobre sus rodillas y continuó. Volví a obligarla tomándola por la cabeza, eso era lo que me había pedido. Yo ya había descubierto uno de sus puntos débiles, el miembro erecto en su boca la excita tal como si la estuviese penetrando.

Se irguió, puso su cara frente a la mía, y tomándome por mi sexo me dijo Metémela en la cola. Ya era demasiado todo lo que estaba pasando, de mi cara salió una sonrisa. La llevé al borde de la mesa, le recosté su torso, le levanté su pollera y le saqué su tanga. Me agaché para dilatarle un poco su ano realizándole un beso negro. Cuando estaba por comenzar, se dio vuelta me tomó por la cabeza, me llevó a la altura de su cara y mirándome a los ojos me dijo Metémela ya! La senté en el borde de la esa, la recosté de espalda, levanté sus dos piernas juntas y las apoyé en uno de mis hombros. Nunca una penetración anal me había resultado sencilla, no sólo por mi poca práctica, sino también porque mi pene es bastante grueso. La miré a los ojos y la penetré bien suave hasta el fondo. Los dos gemimos, pero a mi me pareció que el de ella había sido de dolor. Averigüé su estado y me dijo que era puro placer. Luego de un tiempo quietos, comencé a moverme. Volvimos a gemir después de mucho tiempo, pero esta vez era algo diferente. Era como placer en estado puro, no nos importaban los vecinos que estarían levantándose. Nada, era aquí y ahora.

Desde el momento de la penetración me sentí siempre al borde de acabar, ella estaba dentro de un orgasmo desde que me había estado realizándome sexo oral. Nuestras caras estaban frente a frente, pero no nos podíamos tocar. Al principio es una dulce condena, pero después se torna insoportable. Bajé sus piernas, la bajé de la mesa, la puse de cara a la pared y continuamos con lo que estábamos haciendo. De esta manera la podía besar y acariciar sus pechos, ella estaba semivestida. No pude contenerme más, le dije que me venía, ella me pidió que lo hiciera. Ambos acabamos en gran manera, nuestras piernas se aflojaron y ambos terminamos en el piso. Ya habíamos superado todo lo imaginable para una sola noche. Se lavó y se arregló. Me vestí nuevamente. La observé y ya se veía bastante desmejorada, un poco transpirada y con olor a aceite. Le ofrecí que se quedara a dormir y al otro día se bañara y se cambiara para llegar a casa en buena forma. Se negó, me llevó a la puerta. Antes de irse me dio un gran beso y me manoseó para dejarme una erección de regalo para que piense en ella. Se fue.

Nos vimos muchas veces más, muchas veces fue intenso, muchas veces fue prolongado, pero nunca volvió a ser como esa noche.

Espero que les haya gustado. A mí desde ya que me gustó vivirlo y disfruté recordarlo y escribirlo.

Un beso Mariana estés donde estés.

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Invitado Petronio

muchachos es algo que leei y me gusto, y no podia dejarlo para mi nomas.... y solo queria compartir

Si Señor, eso intui ;) solo que siempre tenes que mencionar el autor o la bibligrafia mi estimado amigo rubito ;)

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Acá va mi primer relato, no se por qué o hice, pero creo que es porque estaba recordando y me di cuenta de que me acuerdo de memoria esa noche y fue algo muy fuerte.

Un sábado nos encontramos en un bar. Hacía mucho tiempo que nos conocíamos, pero nunca había pasado nada. Estaba realmente preciosa y excitante. Una cara hermosa y alegre y muy bien vestida; llevaba una camisa bien ajustada sin nada abajo, una falda a la rodilla, unas medias que me hacían imaginar como terminaban más arriba, y unas botas negras debajo de la rodilla con unos tacos bien finos. Yo estaba muy sencillo, pero creo que también le resulté atractivo.

Con un poco de coraje nos empezamos a decir cosas subidas de tono y ninguno de los dos aflojaba. Hasta que finalizamos diciéndonos lo mucho que nos atraíamos sexualmente y como deberíamos estar gastando el tiempo en una cama. Los dos estábamos con más gente por lo que no nos podíamos escapar solos. Por esto le prometí que si el lunes venía a mi casa vestida como estaba, o en forma similar, le honraría tanta belleza y sensualidad. Ella dijo que ella haría lo mismo conmigo.

El lunes por la noche me preparé, pero sólo un poco dado que no esperaba que viniese. Pensé que lo que nos habíamos dicho el sábado por la noche era sólo una patoteada y que la deberíamos continuar en una situación similar. De todos modos cumplí mi parte y me vestí de manera similar al sábado, un jean bastante marcado sin nada abajo, y una remera bastante ajustada. Para comodidad me encontraba descalzo.

Para mi sorpresa cerca de las 22:00 llegó ella. Estaba tan hermosa como el sábado. La situación parecía prometedora. Se notaban sus pezones duros bajo la camisa. Le hice pasar. La música sonaba de fondo. Ella dejó su cartera sobre a mesa, apagó su celular. Segundos después ocurría la primer sorpresa de la noche; a mí me pareció cortés ofrecerle algo para tomar, o hacer algo como mirar un DVDella me dijo: yo vine por lo prometido, y a cumplir mi promesa y me tomó en sus brazos y me dio un beso bien caliente. Le respondí tomándola yo también y apoyándola contra la pared que tenía tras de ella. Nuestras bocas y nuestras manos estaban fuera de control. Nos explorábamos por completo. La tomé por la cintura y la di vuelta poniéndola de cara contra la pared y le hice sentir mi miembro totalmente duro apoyado sobre su cola. Liberó un profundo suspiro. Mientras le besaba con mucho cariño el cuello, ella respondía ahora apoyando ella su cola sobre mi miembro con mucha fuerza y con un movimiento perfectamente sincrónico. Ambos jadeábamos con mucha fuerza, ni una sola palabra. Separé un poco sus pechos de la pared y comencé a tocarlos suavemente con mis manos. Sí aflojaba mi cabeza, era capaz de acabar en ese momento. La temperatura estaba elevada por ambos lados.

Se dio vuelta, me tomó con fuerza y me apoyó de espaldas contra la pared. Comenzó a besarme y, mirándome a los ojos, puso su mano en mi entrepierna por encima del jean y me frotó suavemente. Luego comenzó a pasarme la mano por debajo de la remera, por mi abdomen y subiendo al pecho, para finalmente sacármela. Con sus labios calientes y húmedos bajó hacia mi pecho y comenzó a besarme las tetillas. Nunca me habían realizado eso. La sensación estaba más allá del placer, las piernas se me aflojaban. Me sentía al borde de un orgasmo, pero sin ninguna sensación de eyacular.

Con un movimiento bastante ágil, me desabrochó el jean y se agachó metiéndose mi miembro en su boca. Muy profundo, podía sentir su boca húmeda y caliente y su garganta. Las sensaciones ya eran demasiado para mí. Me resultaba una situación incontrolable. Tenía la sensación de haber acabado más de una vez y todavía no había eyaculado. La miré y me di cuenta que tenía una de sus manos dentro de la pollera. Es hermosa, estaba hermosa ese día, vestida muy sensualmente, y por sobre todo estaba en llamas. La levanté tomándola por la cabeza y le dije que paremos un rato porque sino iba a acabar ya mismo. Me miró, se sonrió, se puso nuevamente en cuclillas sobre sus botas de taco, me tomó de los glúteos con ambas manos y nuevamente se tragó por completo mi miembro. Sentí que me iba, la tomé por los pelos en la base de la nuca y comencé a mover la pelvis. Tuve el orgasmo más intenso que había experimentado. Eyaculé una cantidad enorme de semen, mis piernas se aflojaron deslizándome contra la pared quedando casi en cuclillas y todavía estaba dentro de ella.

Comenzó a masturbarme y besarme las tetillas nuevamente, pero la detuve. ahora me toca a mi darte cariño le dije. Yo estaba semidesnudo (sólo con mi jean desabrochado) y ella todavía estaba vestida. Mientras se levantaba y sin soltar mi miembro me miró y me dijo es lo más ancho que vi en mi vida siempre estás sin nada bajo el pantalón? Me excita mucho. A mi también me excita, por eso cada vez que puedo estoy así. Cuando quieras me podés imaginar de esta manera le respondí.

Le indiqué el camino a la cama. Parados enfrente de esta, le saqué la camisa que tenía prisionero a los pechos que querían escapar. Tomándola con ambas manos por las axilas, comencé a lamer sus pezones. Muy lento. Estaban muy duros. Sus gemidos surgieron de a poco hasta que gemía y se movía en forma muy pronunciada acariciando mi cabeza. Con mis manos le saqué su pollera y quedó sólo con sus botas de taco y una tanga que era un hilo. Esto me daba ganas de penetrarla en ese mismo momento, pero aun faltaba jugar un rato. Al momento habíamos cruzado pocas palabras. Me calentás mucho, así como estás te cojería por horas. Tengo que hacer honor a tanta belleza le dije al oído. No sabés todo lo que te voy a hacer me dijo. Me sacó el pantalón dejándome desnudo y jugó un rato conmigo. La senté sobre el borde de la cama y la recosté hacia atrás. Me senté en el piso, le corrí su tanga y comencé a lamer su sexo. El olor era hermoso. Estaba muy caliente y muy húmedo. Su clítoris estaba muy duro. Sus gemidos ya eran escandalosos. Se movía de una manera muy sensual. Estuvimos largo rato, hasta que me pidió por favor que la penetrara. Se acomodó en la cama y yo me puse encima. En la pose del misionero le pasé los brazos por debajo de su cuerpo y la penetré abrazándola. Los dos gemíamos demasiado y ella aun más que yo. Nos movíamos acompasados y nos decíamos barbaridades al oído. La excitación era demasiada pero hacía intentos de concentrarme para no acabar, hasta que me tomó con ambas manos por los glúteos, esto me excito demasiado y terminé por acabar en forma bastante rápida y aun mejor que la primera vez. Le pedí perdón. Ella aun estaba muy excitada y mi erección no descendió. Mi intención era seguir hasta no poder más. Como estábamos seguimos. Yo estaba volviendo a la excitación, pero ella seguía intacta hasta que acabó. Nunca vi a una persona en ese estado. No tenía control sobre su cuerpo, ni sobre su respiración. Me clavó las uñas en la espalda, lo cual era como un premio. Gemía y me besaba y mordía el cuello y me dijo no pares por favor. A ese momento ya había vuelto a mi excitación.

La di vuelta y la puse en cuatro. Le di una palmada y ella ya estaba moviéndose como si la estuviese penetrando. La tomé por la cadera y la penetré. Nuevamente estábamos ambos gimiendo y moviéndonos al compás. Me di cuenta que ella aun tenia sus botas puestas. La vista era preciosa. Noté que su ano estaba dilatado así que jugué un rato con mis dedos. Luego de un rato en esta posición la tomé por el pelo y le levanté el torso. Quedamos ambos arrodillados en la cama, con una penetración por detrás. Esta pose es algo incomoda para la penetración, pero es muy excitante. Acariciaba sus pechos y le besaba el cuello. Sin retirar mi miembro nos recostamos suavemente quedando ella acostada boca abajo y yo encima de ella. La penetración era bien profunda y ella estimulaba su clítoris. La excitación ya era demasiada. Y ambos nos movíamos desenfrenadamente, ella estaba totalmente apresada debajo mío pero de todos modos se movía en busca de una mayor penetración. Nos íbamos juntos. Ambos jadeábamos mucho, ella pedía por favor que pare ya que no podía respirar. Yo seguí hasta el final. Acabamos juntos, nunca había gritado en esa manera. Me sentía sin control de mi ser, y a ella la sentía de la misma manera. Nos quedamos en la misma pose moviéndonos con el resto de energía que quedaba. Ella seguía dentro del orgasmo, gimiendo suave y moviéndose con más ganas que yo. A mi se me fue yendo la erección a los minutos y terminamos frente a frente besándonos y acariciándonos para no apagar el fuego. La noche recién comenzaba.

Es hermosa, sus pechos son firmes y de buen tamaño. Su cola es bien formada. Es bien delgada. Además de eso estaba bien mimosa, realizando un recorrido con mi vista podía ver como con sus manos nos estimulaba a ambos. Su cuerpo lo mantenía muy cerca del mío, y me percaté que aun tenía puesta sus botas y las medias. Me propuse sacárselas, pero me dijo Dejalas, se lo mucho que esto le gusta a los hombres, y creo que a vos también. Continuaba estimulándome con su mano, me masturbaba. Mi miembro todavía estaba flácido y yo cometía el error de pensar mucho en querer tenerlo duro nuevamente. Obviamente mis deseos no se cumplían y eso es contraproducente. Ella muy inteligentemente comenzó primero por hablar de lo loco que era lo que estábamos haciendo, y después de sus fantasías y de las mías. Cuando estábamos hablando de las fantasías me di cuenta que tenía nuevamente una perfecta erección.

Pensé que ella ya me había dado demasiado y me propuse servirla. Bajé a su sexo y comencé a besarlo, ella nunca soltó el mío así que terminamos realizando un 69. No estaba dispuesta a que la sirva, quería intercambiar uno por uno los placeres. La pose estaba bastante desprolija hasta que nos acomodamos bien, ella boca arriba y yo en cuatro sobre ella. Rápidamente ya estábamos en el mismo nivel de libido que teníamos 20 minutos atrás. Nuevamente me superó con su nivel de excitación, yo venía un poco más lento. Gozaba mucho, no se bien cual de las dos cosas la excitaban más, si mi sexo oral o poseer mi miembro duro en su boca, creo que un poco ambas. Los dos jugábamos con nuestras lenguas, pero ella me tomó por la cintura y me guió en un movimiento tal como si la estuviese penetrando por su sexo. Evidentemente le gustaba y manejaba bien la garganta profunda. A mi ya me había hecho perder la respiración y me resultaba difícil practicarle sexo oral. Utilicé mis dedos, además probé su ano y estaba aun más dilatado que antes, por lo que me propuse jugar un rato. Ella volvió a lamer mi sexo y también comenzó a jugar con mi ano.

Ya me encontraba en la situación que me gusta. Después de acabar por primera vez, y descansar un rato, al volver no debo concentrarme en bajar mi excitación y me puedo liberar al placer. Además el goce y los orgasmos son más prolongados y sostenidos. Repasamos por largo rato la última pose, la coloqué boca abajo. Con una de mis manos trabé las suyas y con mis piernas trabé sus piernas. La penetré profundamente, su sexo estaba tan caliente y húmedo como la última vez. Estaba a mi completa merced, no se podía resistir, no podía escapar y difícilmente podía moverse. Esto creo que la enloqueció y tuvo un orgasmo inmenso. Quería escapar, quería moverse, quería respirar, quería que parara, no resistía más. No me detuve en ningún momento y ella tuvo un orgasmo de varios minutos. Una de sus manos se me zafó y me dio varias nalgadas bien fuertes y me clavó sus uñas. Me tomó por la nuca y con fuerza bajó mi cabeza colocando su boca e mi oído no pares por favor, cojeme.

La pose ya se estaba volviendo monótona, llevábamos más de media hora. Me retiré para descansar un rato antes de continuar con alguna variación. No tuve en cuenta que esto no estaba en sus planes, me comenzó a lamer mis tetillas. Ya había descubierto dos puntos débiles, mis tetillas y tomarme por los glúteos. Me dio un beso, hacía mucho que no nos besábamos, y mientras me besaba se sentó sobre mi. Se introdujo mi miembro dentro de su sexo e intercambiamos dos suspiros de boca a boca. Todavía no nos movíamos, no se por qué pero me excita demasiado. Dejó de besarme, irguió su torso. La vista era increíble. Me miró fijamente a los ojos y comenzó a moverse lentamente. Tuve que controlar mi excitación, casi eyaculo. Mientras le acariciaba sus pechos, se movió de una manera muy sensual por mucho tiempo. Con una de sus manos estimulaba su clítoris. Gemía mucho, creo que estaba dentro de un orgasmo desde hace ya mucho tiempo. Yo estaba muy excitado, pero podía estar por mucho tiempo más. Volvió a inclinar su torso hacía adelante, apoyo su pecho en el mío y llevó sus rodillas hacia atrás estirando sus piernas. Ella se tomaba del respaldar de la cama, yo de sus glúteos. Nos veníamos, ya nos movíamos de una forma descontrolada, incluso con posibles perjuicios hacia nuestros físicos. Ella comenzó a acabar antes que yo. No se por que, pero estábamos silenciosos. De todos modos nuestros orgasmos se sentían en nuestros cuerpos que se estremecían y en la cama que rechinaba con toda fuerza en el silencio. Luego del orgasmo nos quedamos casi quietos de la misma forma en que estábamos. Sólo ella movía un poco su pelvis y frotaba sus pechos con los míos, pero con una forma de movimiento residual. Aun nos basábamos desesperadamente. Yo sentí que ya habíamos hecho todo, creo que ella también. Nos quedamos en la misma pose, yo esperaba dormirme.

No pude dormirme, y después de un buen rato me levanté a servir unas copas de vino, ella vino tras de mi unos minutos más tarde. Estábamos parados desnudos en el living, ella con sus medias y botas. Nos dimos unos besos, pero eran algo que se acercaba más al romanticismo que al libido. Mis piernas estaban muy débiles, me senté y ella se sentó en mi regazo.

Los cursos de la facultad del martes ya estaban suspendidos por parte nuestra.

Los besos ya se hacían más intensos, ella ya volvía a mostrar la excitación que mantuvo toda la noche. Yo me encontraba nuevamente excitado, pero tenía la sensación de que no iba a tener una nueva erección en un par de días. Los testículos me dolían bastante. Comenzó a manosear mi sexo pero no había respuesta. Nuevamente estuvo muy inteligente y charlamos largo rato entre beso y beso acera de nuestras fantasías y acerca de lo que nos gustaba hacer en la cama. Tomé nota mental de muchas de sus palabras, algunos de sus deseos los iba a cumplir antes de que terminé el encuentro y algunas de sus fantasías con juguetes las podíamos cumplir en ese momento. De una relación anterior tenía varios juguetes y accesorios en el cajón de la mesa de luz, pero me daba un poco de pudor sacarlos.

Nuevamente sin darme cuenta a los pocos minutos de charlar mi miembro estaba completamente duro entre sus manos. Estaba en mi regazo con ambas piernas a un lado, cruzó una de las piernas y quedó sentada sobre mí frente a frente. Se elevó un poco y se introdujo el miembro dentro de su sexo. Sin quererlo ya estábamos de nuevo en la carrera, el sol ya quería comenzar a asomar. Yo no podía gemir más, pero ya empecé a gemir pero por el esfuerzo. Ella me acompañaba, no me dejaba solo. Esa pose me gusta mucho, pero mis sillas son bastante incómodas para este fin. Me propuse cambiar y tal cual como estábamos la tomé por sus glúteos y me paré. Las piernas no resistían demasiado así que me ayudé apoyando su espalda contra la pared. Nos mantuvimos un tiempo, muchos jadeos, pero debí parar y bajarla. Lo medité unos segundos y me decidí a cumplirle un par de fantasías bastante sencillas. Saqué dos o tres cosas, mostró una sonrisa. La llevé al baño y la puse de frente al espejo. Tomé el collar de cuero negro bien ancho y con una espoleta. Se lo puse, es algo instantáneo como los pezones se endurecen. Tomé el aceite y se lo pasé por todo el cuerpo y ella me lo pasaba a mí. La excitación sube a cada instante y nos mirábamos a los ojos a través del espejo. Fui a buscar las esposas y la esposé por delante, a la vez le trabé las esposas en la espoleta del collar. Estaba enloquecida, se notaba la necesidad de ser penetrada. La llevé a la mesa y le acosté su torso boca a bajo sobre la mesa y la penetré profundamente por detrás. Luego de varios minutos yo ya me sentía cerca del orgasmo, pero ella estaba muy excitada y llegó antes que yo, y de que manera!! Le liberé las manos y ella me esposó a mí por la espalda y me masturbó hasta hacerme acabar en sus pechos.

Más no se podía pedir a la noche, yo aun le tenía preparado un postre, pero ya estaba todo terminado. Afuera había claridad. Fuimos a la pieza adonde estaban nuestras ropas. Levanté su tanga y se la puse. Ella hizo lo mismo con mi pantalón y yo con su pollera. Volvimos a hablar nuevamente, nos intercambiamos elogios a nuestras partes íntimas y a la forma en que estábamos vestidos. Le coloqué su camisa, estaba hermosa. Desmejorada físicamente, pero con una sonrisa. Yo, igual. Fuimos al living cerca de la puerta para hacer la despedida, nos dimos unos cuantos besos y me decidí a hacerle un regalo. Cumplir una de las cosas que ella me había dicho que le gustaría que le hagan. La sola idea ya me había producido una buena erección, esta era muy necesaria. Mientras nos besábamos, la tomé de la cola de caballo de su pelo y con un movimiento decidido la hice arrodillarse frente a mi sexo. Desabroche mi pantalón, tomé mi miembro con la otra mano y se lo introduje en su boca bien profundo. Ella siempre había deseado eso. Aprovechando su garganta profunda la penetré por varios minutos tomándola por su cola de caballo. Ella estaba muy excitada, era sorprendente como se había mantenido toda la noche. Ya hacía un tiempo que se había sacado uno de sus pechos de la camisa y se lo estaba frotando con una mano, la otra obviamente estaba dentro de su pollera. Le solté el cabello, pero ella seguía devorándose mi miembro con una voracidad pavorosa. Poco a poco me fue sacando de la insensibilidad en la que estaba, mi miembro volvió a sentir a su lengua con una claridad perfecta. Estaba en cuclillas, se dejó caer sobre sus rodillas y continuó. Volví a obligarla tomándola por la cabeza, eso era lo que me había pedido. Yo ya había descubierto uno de sus puntos débiles, el miembro erecto en su boca la excita tal como si la estuviese penetrando.

Se irguió, puso su cara frente a la mía, y tomándome por mi sexo me dijo Metémela en la cola. Ya era demasiado todo lo que estaba pasando, de mi cara salió una sonrisa. La llevé al borde de la mesa, le recosté su torso, le levanté su pollera y le saqué su tanga. Me agaché para dilatarle un poco su ano realizándole un beso negro. Cuando estaba por comenzar, se dio vuelta me tomó por la cabeza, me llevó a la altura de su cara y mirándome a los ojos me dijo Metémela ya! La senté en el borde de la esa, la recosté de espalda, levanté sus dos piernas juntas y las apoyé en uno de mis hombros. Nunca una penetración anal me había resultado sencilla, no sólo por mi poca práctica, sino también porque mi pene es bastante grueso. La miré a los ojos y la penetré bien suave hasta el fondo. Los dos gemimos, pero a mi me pareció que el de ella había sido de dolor. Averigüé su estado y me dijo que era puro placer. Luego de un tiempo quietos, comencé a moverme. Volvimos a gemir después de mucho tiempo, pero esta vez era algo diferente. Era como placer en estado puro, no nos importaban los vecinos que estarían levantándose. Nada, era aquí y ahora.

Desde el momento de la penetración me sentí siempre al borde de acabar, ella estaba dentro de un orgasmo desde que me había estado realizándome sexo oral. Nuestras caras estaban frente a frente, pero no nos podíamos tocar. Al principio es una dulce condena, pero después se torna insoportable. Bajé sus piernas, la bajé de la mesa, la puse de cara a la pared y continuamos con lo que estábamos haciendo. De esta manera la podía besar y acariciar sus pechos, ella estaba semivestida. No pude contenerme más, le dije que me venía, ella me pidió que lo hiciera. Ambos acabamos en gran manera, nuestras piernas se aflojaron y ambos terminamos en el piso. Ya habíamos superado todo lo imaginable para una sola noche. Se lavó y se arregló. Me vestí nuevamente. La observé y ya se veía bastante desmejorada, un poco transpirada y con olor a aceite. Le ofrecí que se quedara a dormir y al otro día se bañara y se cambiara para llegar a casa en buena forma. Se negó, me llevó a la puerta. Antes de irse me dio un gran beso y me manoseó para dejarme una erección de regalo para que piense en ella. Se fue.

Nos vimos muchas veces más, muchas veces fue intenso, muchas veces fue prolongado, pero nunca volvió a ser como esa noche.

Espero que les haya gustado. A mí desde ya que me gustó vivirlo y disfruté recordarlo y escribirlo.

Un beso Mariana estés donde estés.

qu epucha lei todo en dos dias por parte y me encanto va mi positvo es alucinante la exp,

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