Quiero opinar brevemente sobre dos de las damas citadas. Conocí a Norath Alfonso hace ya mucho más de una década. En aquel entonces tenía un programa de radio con un enano rubio e histericón llamado Marcelo. Me gustaba abrir la puerta a Norath, y observar cómo llevaba todo por delante con sus tetas. Yo era bastante prejuicioso en aquella época y pensaba con Norath era una chica tonta más. Luego, con el tiempo, fui dándome cuenta que cada quien hace lo que puede en esta vida, que Norath era una mujer trabajadora y que yo no era más que un tonto presumido. El segundo caso es el de Milva Gauto, a quien también conocí hace muchos años. Con Milva no tengo piedad. Ella sí es una tonta certificada. En aquella época Milva era azafata o estaba dejando de serlo. Sí, estaba buena como para coger. Pero yo no soportaba ni cinco minutos escuchando las pobres palabras que se desprendían de su escueto cerebro. Ni sus tetas firmes y redondas de aquella época lograban alejar de mi la imagen de estar frente un logrado ejemplo de esa raza de gente que debería callarse la boca por respeto a la humanidad. Hoy en día la escucho a Milva opinar sobre política internacional y me da lástima. Y me da rabia también. Sus modales groseros y agresivos, sus comentarios homofóbicos y discriminadores, sus posiciones conservadoras y de derechas me producen mucho rechazo. Debido a personas como Milva este mundo es más triste y oscuro.