Nunca participé en esas cosas, pero me contaron (no sé si será cierto) que hay un local de ropas sobre la Avenida Perú, cerca del barrio Las Mercedes, donde la dueña, una señora rubia entrada en años, suele llevar jovenzuelos para practicar algo parecido al sexo público. Lo que me dijeron es que a la dama en cuestión le gusta garchar con estos mozalbetes en la vidriera de su local, entre las ropas y los maniquíes. Lo hace a altas horas de la noche, cuando son pocas las almas que circulan por la avenida. Sin embargo, si uno observa bien o escucha con atención los gemidos, se pueden ver detrás del vidrio cuerpos desnudos que se revuelcan entre sillones dorados, abrigos de piel y tules coloridos. No sé si será cierto lo que me contaron, pero, por las dudas, cada vez que paso por allí, trato de prestar mucha atención.